Cuando las cuerdas que te atan a la vida se convierten en grilletes que te llevan a la muerte, nada de lo que tienes te basta para continuar avanzando, el dolor de la traición y las ilusiones muertas se mezclan en un baúl comparado inevitablemente a Pandora.
Mi Pandora, esa dama a la que amé , sin saber que escondía odio, esa caja que guarde, en lo más hondo de mi alma, como un tesoro, que resultó estar maldito y que resultó herirme, sin que lo supiera, hasta tal punto que se me metió en mis venas y las inundó de rencor, intoxicándome y llevándome a las puertas de mi infierno, de la mano y con una sonrisa. Esa mujer que vendó mis ojos y me prometió todo lo que alguna vez soñé tener. La amé cómo una niña ingenua y caprichosa, cómo a poca gente llegué a amar en mi vida, así destruyó mis miedos y los convirtió en mi día a día. Vendí mis sonrisas para hacerla feliz, y por Pandora es que hoy derramo mis lágrimas de marfil.
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