Niño bueno aparenta ser príncipe azul.

Lo siento niño bueno, pero tengo que escribirte.
Perdona que ignore las escasas palabras que me diriges,y perdona que callase en la hora que pasamos juntos en aquel polo norte ,donde Hume zurcía mis dudas a tu sudadera morada.


Perdona que todo esté hecho pedazos y bajo un millón de llaves, pero hacía mucho que nadie se atrevía a mirar a los ojos a esta chica a la que se la rompen todos los zapatos, al menos de la forma en que tú lo hiciste aquel viernes. Lo siento, debería haberte invitado a unas galletas de chocolate en uno de esos parques a la afueras de la ciudad (donde las puestas de sol son perfectas y está cantado que ambos acabarán enamoradísimos), pero desde aquel paupérrimo y (algunos dicen) soleado febrero, las puertas de este castillo permanecieron cerradas a cal y canto en vista de que ningún príncipe con el azul exacto de tus ojos reclamaba la derrota de ese dragón poderoso y solitario que reprimía a una princesa que,por otro lado, tampoco tenia interés alguno en los príncipes que veía desde la torre más alta.
Pero al mirarte a ti esa princesa encontró algo más allá de lo que sus ojos le ofrecieron.
Y la cabezota no parará hasta averiguar de que se trata.