Me enamuero casi siempre.
No lo puedo evitar, para ésta que os escribe, hablar de amor y guerra es igual.
Todo es válido entre sus fronteras.
No importa. Salve o hiera.
Mate o muera.
Te va a traspasar.
No hablo de que se acabe, hablo de si quiera comenzar.
No digo que no sea posible, digo que no lo hago avanzar.
Corazón bajo cero, por un octubre traicionero.
Por el que aposté dinero, y terminé en cueros, delante un cenicero.
Por los demás diciembres, copias baratas de aquel que tanto dolió.
Por las demás caricias, que el viento congeló.
Por el vacío del pecho, que el presente no reparó.
Por el miedo al frío, debajo de otro edredón.
Un rayo de sol se filtra hoy por el tragaluz de mi habitación.
Da vida a las filias, da pálpito al corazón.
Diferente a todo lo anterior, aparece al fin un salvador.
Aparece de nuevo un atisbo de lo que los mortales llaman "amor".
Y crece, sobre la rama, y canta cual ruiseñor.
Y da paso a mariposas, con andares de caracol.
Empezar de cien, me apetece.
Más dolor no se merece.
Cero absoluto, te estás marchando.
Mas no te confíes, ve con cuidado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario