Duele cuando falta.
Duele cuando no tienes ningún nombre en la cabeza todo el día, y cuando si te preguntan por el corazón todo lo que se te viene a la cabeza es el desierto saharaui.
Con él he vuelto a escribir en las últimas hojas de mis cuadernos, y es enfermizo ver corazones hasta en los charcos a las 8 de la mañana. No duermo. Sueño despierta. Y todo por que desde que apareció en mi vida hizo de mi vacío cardíaco un bosque repleto de lepidópteros. Y cada vez que hablo, no puedo evitar soltarlos, para que el mundo se entere de lo bien que hacen a mi cuerpo y lo que han curado mi alma.
Cada vez que aparece vuelvo a la guardería, me lo quedaría. Y no miento cuando digo que es un Big Bang a mi cabeza, lo ha cambiado todo. Incluso me gusta la cerveza. Solo él ha conseguido dar vida a las células inertes de la esperanza. Y a las sonrisas de las deudas con su almohada.
Cualquier parecido con el amor es pura coincidencia, aunque cada noche solo sienta su ausencia.
Dicen que el amor es fácil, y aquí es un juego de niños.
Dicen que el amor duele, esos que no lo han tenido.
Lo único sin dolor, de manos de Afrodita.
El amor, el amor y sus cositas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario